
Podríamos considerar verdaderamente esta expresión como bastante gráfica
En verdad con ella queremos siempre definir esas situaciones que suelen ocurrir, en las que se encadenan las adversidades. Cuando son cortas e intermitentes las solemos llamar “rachas”.
Otra cosa distinta es, que han existido en todos los tiempos personas en las que las rachas se encadenan, y de las que se puede decir que efectivamente, es cierto: Las pulgas les han perseguido durante sus vidas.
Una de ellas fue: Blanca II de Navarra. Más que nada, conocida por ser la primera esposa de nuestro tan discutido, y controvertido Rey, Enrique IV, de triste memoria, ya que lo conocemos ahora como enfermo, aunque parece que algo más.
Veamos la serie de desventuras que le ocurrieron durante su vida a esta su primera esposa: Había nacido en Olite en su Palacio, llamado de los Reyes de Navarra que en su época llegó a ser considerado como uno de los más bellos de Europa en el año 1424 y era hija de Juan I y Blanca I, reyes de Navarra.
Llevaban en guerra varios años Cartilla, Navarra y Aragón, su final se acordó en las llamadas Treguas de Majano en las que se devolvían las ciudades conquistadas y se acordaban los esponsales de Enrique, heredero de Castilla con Blanca heredera a su vez de Navarra. Doce años ella y once él. Ya con quince se celebran los esponsales en Valladolid, matrimonio que se anula trece años después, por no consumación. Vuelve a Navarra repudiada y sin bienes.
Pretende casarla nuevamente su padre con objeto de separarla de sus partidarios, pero es entregada a su hermana menor que la conduce prácticamente secuestrada a Francia.
Fallece en la ciudad de Orthez en su último presidio, La Torre Moncada en Diciembre de 1464.
Que se puede decir… Solo una cosa. ¡Pobre mujer!