A tal grey, tal Rey

Trataría esta expresión, sin duda alguna, sobre el juicio que mereciera en las conciencias de los habitantes de Castilla a mediados del siglo XV, la estimación tanto la de la nobleza y aristocracia, como la del propio Rey. Se trataba de aquel llamado: Enrique IV, conocido como “El Impotente”.
Había nacido en Valladolid, en la llamada Casa de las Aldabas, hoy desaparecida, en Enero de 1425 y era hijo de Juan II de Castilla.
Cuando criticamos tan negativamente a nuestros políticos actuales, y nos quejamos tan amargamente de sus indecencias, considerándolas como miserables e infames, olvidamos que algunas ocasiones han existido a lo largo de la Historia en que generalizando, podría decirse aquello que conocemos como: – siempre ha sido así, a través de los siglos,- y hasta incluso peor que ahora.
La gobernación del País con aquel pobre hombre, durante 20 años, 4 meses y 22 días de su reinado, según nos cuenta el jesuita talaverano Juan de Mariana en su Historia de España, fueron una verdadera catástrofe en todos los órdenes. Siempre lo hemos considerado históricamente como un auténtico imbécil, o lo que se correspondía en aquel momento como un “hechizado”, y que hoy hemos de entender gracias a los estudios y acertadas conclusiones de una de las preclaras mentes de nuestro tiempo como ha sido la del Doctor Marañón, como un auténtico enfermo al diagnosticarlo con un síndrome muy bien conocido actualmente, de Klinefelter. Consistente en una malformación genética por duplicidad de cromosomas sexuales.
Efectivamente, lo personal podría ser entonces más importante que ahora, de acuerdo, y que las características anatómicas y somáticas de esa enfermedad son conocidas actualmente, también, y hasta sus consecuencias, no solo de hipogonadismo y por tanto de esterilidad. Aunque de lo que se quejaban los “nobles” de entonces, eran por motivos más llamativos y miserables. Y también en verdad que los aprovecharon, convirtiéndose ellos mismos en una verdadera “grey” en su sentido más degradante, ignominioso y peyorativo. Una verdadera vergüenza, unos y otro. Todos

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