Esta expresión es muy curiosa. Junto con otra de similares características y del mismo origen, que es: – Llevar a alguien al huerto – puesto que tienen las dos, procedencia similar. Precisamente unos hechos criminales que tuvieron lugar en el pueblo de Peñaflor de la provincia de Sevilla, en el año 1898.
Se trata de seis asesinatos, llevados a efecto por dos individuos llamados Juan Aldije, alias “el francés”, natural de Agen, en aquel País, y José Muñoz Lopera, que tenían montado un casino de juego ilegal en aquel municipio.
El móvil de los crímenes era naturalmente el robo de personas que portaban importantes cantidades de dinero en efectivo, a los que daban muerte violentamente, haciendo luego desaparecer sus restos enterrándolos en el huerto de la casa. Descubiertos, juzgados y sentenciados a la pena capital, fueron ajusticiados en Sevilla en 1904.
Se han mantenido ambas expresiones durante muchos años, pero como siempre, hasta de los más lamentables hechos humanos alguien intenta conseguir lucro a cualquier precio.
En 1978, en nuestra plena “Transición democrática” se desplomaban muchas barreras, y algunas no simplemente de moralidad mal entendida, si no hasta de buen gusto y elegancia, que también pueden ser democráticos, ¿Por qué no?
Se produjo una película con ese nombre, -El huerto del francés – en la que con un guión vulgar y hasta obsceno, se hizo posible que pudieran lucir sus personales encantos internos dos “actrices”, con la contestación fácil de aquel momento que esgrimían siempre ellas: Claro… si lo exige el guión….
Es decir, desnudándose. Y no es que me parezca mal, simplemente lo cito ya que pudiera ser que hasta la película también pudo ayudar a que aquellos lúgubres hechos no se olvidaran.
De cualquier forma, las dos expresiones son usadas no demasiado en el hablar de las gentes, pero no sería lógico que se desconociera su origen, aunque no sea en absoluto agraciado.